lunes, 28 de marzo de 2011

DAVID GÓMEZ, MÚSICA SIN FRONTERAS


El lugar, el parque central de Valle de Ángeles, la ciudad turística como se apellida hoy. La fecha, 25 de marzo. Una noche primaveral, con un agradable clima. El motivo, presenciar el concierto público ofrecido por David Gómez, joven pianista español, que en los anuncios de periódico ofrece una interesante combinación de música clásica, tangos modernos y música popular. Los patrocinadores, la Cámara de Comercio Española, la Agencia de Cooperación Española, la Alcaldía Municipal, la Casa de la Cultura y la Cámara de Comercio de Valle de Ángeles, entre otros.

Eran las siete de la tarde y en la plaza comenzó a reunirse la gente. Sin mucho aspaviento, apareció David para calentar y probar el sonido. No debió serle fácil, ya que en ese momento sonaba con fuerza un grupo musical del pueblo interpretando canciones tropicales. A pesar de la interferencia el pianista, sin inmutarse, estiró sus dedos y acometió escalas y armonías que le permitieran estar a punto a la hora de comenzar su recital. Un detalle curioso, el banco del piano al parecer no tenía la altura apropiada y David solicitó una silla, le trajeron una que desechó y al final se acomodó en una silla de madera y cuero, una de esas típicas hondureñas. En el fondo, la misa dio inicio en la iglesia del pueblo.

A las siete y treinta anunciaron un acto previo, el grupo Mar, una pareja suponemos de argentinos, que bailó dos tangos con maestría, a pesar que el suelo del parque no era el más apropiado para ello. Inmediatamente después se anunció a David Gómez. Al  salir, solicitó el micrófono y contó que ha venido seis veces a Honduras y siempre tuvo la idea de hacer conciertos en lugares “atípicos”, donde la música clásica difícilmente llega. Agradeció a Roberto Ordoñez de San Pedro Sula por el piano de cola que lucía imponente en medio del improvisado escenario adornado de banderas tricolores: amarillo, blanco y verde. El ambiente cálido lo brindaron candelas en bolsas de manila.

La primera obra fue la “Serenata Francesa” de Johan Sebastián Bach, que Gómez interpretó con soltura y elegancia. Al finalizar, los asistentes que ya éramos alrededor de ciento cincuenta, quizá más, aplaudimos calurosamente la ejecución. Enseguida vino una Sonata de Amadeus Mozart, obra en tres movimientos, chispeante como su autor. Los aplausos fueron ahora más nutridos y la calidad del concertista quedó evidenciada.

Enseguida, lo que mi mente denominó una Sonata de Astor Piazzolla, cuatro obras cortas de este genio argentino de la música moderna, que con audacia y talento elevó al tango a niveles cercanos a la música clásica, “Invierno Porteño”, “Verano Porteño”, “Milonga del Ángel” y “Adiós Nonino”, la obra cumbre de Astor Piazzolla, conformaron de manera natural una obra que parecía un todo integral, lleno de armonías complejas y matices intensos y melancólicos. David recibió nutridos aplausos de un público cada vez más embebido en las interpretaciones.

Luego, el artista anunció que iba a interpretar seis piezas de su propia autoría que está grabando en Londres. Puntualizó que los productores esperan que alguna de ellas se inserte en alguna película. Dada la nacionalidad del compositor, llamó la atención que varias de estas obras tengan títulos en ingles. La primera de estas piezas se intitula “The Island” y está inspirada en Mallorca, una de las Islas Baleares, cuna del artista de la noche. La segunda melodía se llama “El Faro” y se refiere a la isla Formentera donde hay un faro que fue la fuente de inspiración.

Al terminar las primeras dos piezas, David se levantó, recogió el micrófono e invitó a la gente que estaba cercana para que se integrara a disfrutar del recital y si no que por favor guardasen silencio, en respeto a la música. Resulta que hasta entonces, había bastante ruido ambiente, niños gritando y jugando, transeúntes que cruzaban por delante y por detrás del improvisado escenario, perros ladrando quizá tratando de armonizar con las melodías.

El concierto continuó con las piezas “Child”,  dedicada a su sobrina y “Grandfather” dedicada a su abuelo. Culminó este set con “Rain”que conceptuó como un canto a la lluvia optimista y “My Piano”, tema enérgico dedicado a su piano, su “novia” como apuntó. Seguidamente, anunció un bloque de cuatro melodías españolas, dos de Joaquín Turina y dos de Ernesto Lecuona, el famoso compositor nacido en Cuba de padres españoles, incluida la famosísima “Malagueña” que fue un excelente cierre. Al terminar, una ovación cerrada y de pie, le mostró a David Gómez que los asistentes habíamos disfrutado grandemente su recital.

En retribución, Gómez agradeció y solicitó hacer una última obra, “My Home” inspirada en su nostalgia por el hogar. Antes de interpretarla expresó que en Latinoamérica y particularmente en Honduras, se sentía como en su casa. Con ello, cerró este recital de un pianista joven que está labrando su carrera y que demostró gran sensibilidad social al llevar su música y su talento a lugares poco ortodoxos para la música seria. David demostró grandes cualidades interpretativas, energía, seguridad, empatía con el publico, maestría interpretativa y sencillez. Le auguramos el mejor de los éxitos.    

jueves, 24 de marzo de 2011

HENRY “RAFAEL” LÓPEZ, UN GRAN GUITARRISTA


El sábado 19 de marzo, tuvimos la agradable oportunidad de ver y escuchar en vivo la actuación de Henry “Rafael” López, un gran guitarrista hondureño que pregona sus raíces catrachas y mientras pulsa su guitarra,  atrae y detiene con su arte a muchos de los miles de caminantes que circulan por la amplia costanera de la ciudad de Fort Lauderdale, en el estado de la Forida.

Rafael, nombre artístico que utiliza nuestro buen amigo, se presenta los jueves, viernes y sábado en un popular restaurante llamado Spazio, ubicado en la concurrida avenida Fort Lauderdale Beach Blvd. esquina con Las Olas, otra conocida arteria de aquella ciudad. Allí Rafael, en compañía de su guitarra Alcazar electroacústica y de Ligia,una bella chica brasileña, hacen las delicias del público con un show que logra que muchos comensales acudan por el mero gusto de verlo.

Nuestro amigo toca la guitarra al tiempo que baila, canta y juega con su compañera de show. Combina de manera  espectacular el virtuosismo con el entretenimiento. Toca con una mano, levanta la guitarra por el mango sin dejar de tocar, palmea el lomo de su instrumento para lograr efectos percusivos, gira sobre si mismo, se hinca guitarra en mano, hace verónicas tipo torero mientras Ligia, con su abanico o su capa baila alrededor. En resumen, una mezcla mágica de talento musical y coreografía, dinamismo y mucho buen humor. Al unison, los asistentes palmean los ritmos flamencos, las batucadas, los tangos, las cumbias y la música popular conque Rafael ha montado su espectáculo.

Resultan muy buenas sus interpretaciones de ‘Zorba el Griego”, “Yesterday”, “Entre Dos Aguas”, “La Malagueña”, “Escalera al Cielo”, “La Cumparsita” y “La Piragua”, temas todos que mueven hasta al más relajado de los asistentes y les llevan a pararse y acercarse al pequeño escenario para bailar en estilos diferentes. Los bailes griegos, brasileños, colombianos y argentinos se mezclan en rápida sucesión, mientras se agitan las negras servilletas que utiliza el restaurante. Los meseros contribuyen con eventuales lluvias de blancas servilletas de papel, que semejan confeti mientras caen sobre los que estamos observando y disfrutando. Cada pieza es saludada con una ovación de los presentes.

Cuando tiene oportunidad y por supuesto al despedirse, Henry puntualiza su nacionalidad y lo hace con mucho orgullo. Con un físico envidiable para su edad, producto de la práctica constante del Kung Fu que aprendiera en Honduras con el profesor Jorge Collier, Henry hace derroche de energía y todavía, al terminar, desarma personalmente el equipo de sonido utilizado en el show.

Como anécdota me contó que hace unos tres años, fue invitado a participar en un festival de guitarra realizado en Tegucigalpa. Henry esperaba ver a todos sus amigos y ex-compañeros de música  para saludarles y para que apreciaran sus avances en este difícil arte de la guitarra flamenca. Su sorpresa fue que no vio a ninguno y se sintió un poco frustrado. Resulta que en todos los anuncios le nombraron Rafael Lopez siendo que en Honduras todos le conocemos como Henry. Aquel nombre artístico le volvió un desconocido en su tierra. No obstante, me dijo que su show fue uno de los más aplaudidos y los aplausos compensaron la falta de amigos y conocidos.

Henry es un hondureño que viajó hace buen rato a Estados Unidos. Hijo del maestro de guitarra don Leonzo López Fiallos, de amplia trayectoria en la música. Miembro de una familia llena de arte, Henry aterrizó en Miami, donde con su hermano, formó un dúo de salsa que alguna vez tuve oportunidad de aplaudir. Entonces, este artista tocaba el bajo y cantaba y lo hacía con una maestría impresionante. Antes fue el guitarrista oficial de la Orquesta Festival OTI, donde compartió escenario con el desaparecido bajista Gustavo Herrera y nuestro gran amigo Enrique Argeñal.

Con su guitarra y con un cuerpo de doce bailarinas, Rafael ha ido a tocar a los Emiratos Árabes, a Marruecos, a Francia y a Grecia. En todos estos países ha dejado una excelente impresión. Su arte ha sido aplaudido lejos de su tierra y en todos estos parajes ha manifestado su hondureñidad con orgullo y muchísimo talento.

Que bueno que tengamos embajadores musicales como Henry, un virtuoso de la guitarra reconocido en varios países y en la ciudad de Fort Lauderdale, pero prácticamente un desconocido en Honduras. “Nadie es profeta en su tierra” reza el refrán. Ojala que Henry tenga una nueva oportunidad de volver a tocar en la tierra que le vio nacer. Por ahora, me siento muy contento por el éxito de nuestro coterráneo e invito a todos los viajeros a que hagan un viaje a esta ciudad cercana a Miami y disfruten del arte de Rafael, el mago de la guitarra flamenca, hondureño ciento por ciento.

martes, 8 de marzo de 2011

EL COLISEUM Y LOS CONCIERTOS


Asistí recientemente a presenciar el concierto de uno de los más grandes poetas y canta-autores de nuestra época, el catalán Joan Manuel Serrat. Con la humildad que otorga la sabiduría, pero con una presencia impactante, Serrat fue desgranando una a una, las canciones que le han inmortalizado. Poemas de Antonio Machado, de Manuel Hernández y de su propia cosecha fueron interpretados de forma impecable.

El grupo de seis músicos que le acompañó, puede calificarse como de calidad superior. El diálogo de Serrat entre canción y canción, fue uno entretenido, inteligente, con buen humor y con las variantes propias que dan  los años en este oficio de entretener y comunicar. Y justamente aquí es donde surge el pelo en la sopa. Para poder entender las palabras de Serrat había que estar más que atento, con el oído concentrado en los altavoces, ya que la excesiva resonancia del Nacional de Ingenieros Coliseum, hacía las veces de barrera u obstáculo a la buena comunicación.

Recuerdo que para la inauguración de este importante gimnasio, diseñado para jugar al basquetbol, deporte de los amores de Ibis López y su esposa, estuve como parte del grupo Trilogía y la sensación que nos quedó, es que nadie entendió una papa de lo que cantamos y si acaso, por ser canciones conocidas o por mero cariño, la gente las aplaudió.

Sucede que esta estructura adolece de un serio problema acústico derivado de la forma de cúpula que tiene el techo. Este diseño, propio de los gimnasios, provoca que el sonido, que viaja en ondas, rebote de un lado al otro y de arriba hacia abajo de forma continua y se convierta, al cabo de un rato, en una mezcla de sonidos indescifrables, que impide apreciar, tanto lo que se dice, como lo que se canta. Los instrumentos y los equipos de amplificación de voces, que en el caso de Serrat eran de muy buena calidad, así como sus ingenieros de sonido, no logran compensar adecuadamente el rebote de sonido.

Este serio problema acústico, se conoce desde la construcción de la monumental edificación, pero hasta la fecha, nada se ha hecho para remediarlo. Lo paradójico es que un alto porcentaje de los artistas internacionales que vienen a nuestro país, van a dar allí y estoy convencido, que una vez han pasado por el suplicio de cantar sin escucharse, no deben quedar convidados para volver a nuestro país.

Ahora bien, todo problema tiene solución y una que he visto en múltiples locales de similar estructura a la del Coliseum, es colocarle un cielo raso con material acústico y de esa manera, evitar que las ondas de sonido suban hasta la cúpula y regresen. Por lo general, estos lugares están dotados de equipos de aire acondicionado central para compensar el calor que se genera al bajar el techo. Pienso que la solución, si bien no barata, se hace imprescindible si se quiere dotar a Tegucigalpa de un lugar apropiado para los espectáculos musicales.

Ojalá los propietarios del Coliseum, se preocupen por hacer algo en pro de la calidad acústica de los artistas, que siendo comunicadores, seguramente se deben sorprender y no gratamente, cuando se enteran de lo mal que suenan en este lugar. Volviendo a Serrat, en uno de sus diálogos, preguntó si escuchábamos bien. Por cortesía, la multitud respondió que si, a lo cual Serrat dijo: ¡qué suerte tienen ustedes! dando a entender que él no se escuchaba bien.

Y para poner la cereza en este helado, debo decir que si algún día se deciden a arreglar acústicamente el Nacional de Ingenieros Coliseum, ojalá aprovechen para dotarlo de espacios accesibles para la compra de bebidas y chucherías, ya que actualmente, los que vamos a gradería, debemos conformarnos con el olor de algunas cosas que se venden, ya que los locales expendedores se encuentran ubicados en la zona de acceso a V.I.P. ¡Soñar no cuesta nada!