jueves, 26 de enero de 2012

JAIME MONTECINOS (Cuando un amigo se va)

Muy tarde y por circunstancias varias, me enteré del desaparecimiento físico del buen amigo limeño Jaime Salvador Montesinos, hecho acaecido en octubre del año recién pasado. Yendo de Tegucigalpa hacia San Pedro Sula, paré en un restaurante del Lago de Yojoa y al ir a pagar mi consumo, vi una revista con la foto del amigo. Interesado compré la revista y al ir leyendo, me di cuenta que Jaime había partido en ese viaje que toda la Humanidad, por naturaleza, debe emprender algún día.

Sentí una gran tristeza por haber perdido un buen amigo, sentimiento mezclado con la alegría que reflejaba su rostro de sonrisa fácil, en la portada de la revista Nocturnal que tenía en mis manos y que luego descubrí, era otro de los exitosos proyectos emprendidos por este hombre inquieto, de múltiples y variados intereses y a quien conocí por mis andanzas en la música.

Recordé la primera vez que hablé con él por  teléfono, cuando me contactó para llevar a mi grupo Trilogía a la fiesta que anualmente organizaba en La Lima, Departamento de Cortés, específicamente en el Polideportivo Chulavista. Fue una primera plática de negocios, pero constituyó el inicio de una relación amistosa que se mantuvo a lo largo del tiempo.

Sonrío al recordar que cuando llegamos a La Lima, le conocimos, sudoroso y agitado, ultimando los detalles de aquella fiesta que era su niña bonita. Verificaba que los grupos musicales todos, salvo nosotros, de la Costa Norte, estuviesen en los lugares asignados, que las sillas y mesas hubiesen llegado, que los refrescos y cervezas estuviesen helándose para refrescar a los miles de asistentes a aquella reunión musical en el calor del trópico hondureño.

A pesar de sus múltiples obligaciones de organizador, en esa ocasión nos dedicó unos minutos para recibirnos como invitados especiales, nos ubicó en el hotel y se puso a nuestra disposición para resolver cualquier inquietud que pudiera surgir. Esa vez nuestro problema era de amplificación de sonido. Pues Jaime habló con Tito Villela, Director de la famosa Orquesta Regis para nos diera la potencia necesaria a nuestra música y así pudiese ser escuchada por los bailarines y escuchas.

Ya durante la fiesta, denominada Nocturnal de Junio, en memoria de las que organizaba su padre, siempre estaba pendiente de que tuviésemos todo lo necesario para una buena presentación. Su esposa, doña Cristina, siempre estaba a su lado, ayudándole en las labores de boletería. Ella, de carácter sosegado y paciente, era la contraparte perfecta para Jaime, todo energía, entusiasmo, sueños y proyectos.

Cuando le conocí trabajaba en la sucursal de una institución bancaria y cada vez que me llamaba, su secretaria me decía - Le va a hablar el Lic. Montesinos-. Ser banquero era una de las tantas facetas de Jaime. Además le gustaba escribir, la fotografía, los viajes al interior de nuestra Honduras, la organización de su fiesta y la comunicación, afición de la cual surge la revista Nocturnal, hoy a cargo de sus hijos.

Desde la primera vez que fuimos a tocar La Lima, nos convertimos en imprescindibles del Nocturnal de Junio durante varios años. Jaime decía que éramos su grupo preferido, quiero pensar que así era. Lo simpático es que siempre nos retaba a preparar nuestro mejor show, ya que nos decía que ese año iría el grupo tal o el grupo cual y que iba a ser el duelo de la noche. Buen sicólogo innato, nos motivaba a prepararnos a conciencia.

La última vez que le vi, iba yo caminando y desde un carro me gritaron un saludo. Al volver la vista vi que era Jaime acompañado de su esposa ya de salida hacia La Lima. Nos saludamos con el aprecio de siempre y la imagen que guarda mi memoria es la del Jaime de siempre, alegre, platicador, siempre animoso, con sueños y proyectos por realizar. Estoy seguro que en el cielo está ayudando en la organización de eventos, si no es dirigiéndolos.  Adiós amigo, siempre estarás en nuestro recuerdo como alguien especial.

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